miércoles, 11 de agosto de 2010

¿ENSEÑAR A QUIEN NO QUIERE APRENDER?

Por: Jenny Rocío Salinas Atuesta




Por lo general los docentes nos debatimos frecuentemente entre el interés para que nuestro conocimiento sea asimilado fácilmente por los estudiantes y la falta de deseo de aprender de algunos de ellos. Por eso, para el profesor Norman Estupiñan Quiñones, la gran paradoja de un maestro es que él quiere enseñar, pero el estudiante no quiere aprender.


El profesor Norman Estupiñan Quiñones, adscrito a la Escuela de Educación Industrial de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, seccional Duitama, indica que un buen maestro tiene que tener un referente de cómo aprende el ser humano y desde donde se aprende.


Generalmente el maestro se enfrenta a diario al gran obstáculo de enseñar a muchos estudiantes que solamente acuden a un establecimiento de educación a aprobar unas asignaturas como requisito para obtener un titulo, más que el interés de aprender.

El buen maestro se debe debatir entre la intencionalidad de querer enseñar y las dificultades que encuentra en quienes no quieren aprender.

El docente debe tener muy bien claro cómo aprende el ser humano. Si yo no se cómo aprende el ser humano, entonces cómo hago yo para enseñarles.Enseñar es ayudar a aprender y ayudar a aprender significa poner unas condiciones propicias, pero no siempre se tiene éxito. 

Cuando un docente tiene claramente resuelto ¿Cómo hace el ser humano para aprender?, entonces, es muy posible, que logre enseñarle a alguien que no quiera aprender.





Saber cómo aprende el ser humano, es una de las preguntas que todo buen docente se debe formular, porque es una de las características básicas e imprescindibles en el proceso del aprendizaje, para proceder con estrategias adecuadas que respondan a sus deseos de enseñar, mediante una interpretación y análisis de las diversas situaciones que se le corresponda resolver, incluso llegando a acudir a las acciones que acomete un enamorado para conquistar a su pareja. Amante es el que ama y estudiante es el que estudia. 




El doctor Norman Estupiñán Quiñones, dice que el buen maestro acaricia, tiene proyectos comunes, obsequia, vela por el otro, se va acercando hasta que se comienza a despertar ese interés por aprender. Se empeña en que sus estudiantes aprendan; lucha, se enoja, los busca, les dice: venga, vaya, que pasó; los friega hasta que logra su objetivo. 




Un buen docente es el que propicia las condiciones para que el estudiante se vaya formando cómo un estudiante autónomo en el sentido de que ha desarrollado el deseo y la voluntad de saber, el quiere saber.

Así como es buen maestro quiere enseñar, el buen estudiante lucha por aprender. El aprendizaje y la enseñanza están basados en el deseo. Los profesores no deben inclinarse tanto por enseñar contenidos, sino deseos de aprender, voluntad de aprender y de formar. 


Para esto es necesario conocer muy bien al estudiante, teniendo en cuenta que cada uno de ellos es un mundo diferente. Cada uno reacciona diferente entregando una respuesta de acuerdo a sus condiciones humanas. Es aquí donde la habilidad para comprender los contextos juegan un papel importante desde todo los ordenes: geográfico, de procedencia, social, económico, religioso, político, juega un papel importante. 

El buen docente no está hecho, sino que se va construyendo en el transcurso de su quehacer.

No existe un método específico para que el estudiante aprenda a criticar, reflexionar y analizar. El docente, puede poner a estudiante en condiciones de. 


A esa pedagogía se le llama la pedagogía de la mosca; la mosca nunca pone el huevo en una piedra caliente, sino en la basura, porque es ahí donde están las condiciones propicias. Esa es una buena característica del buen maestro. 

No hay un método específico o científico para reflexionar, analizar o criticar. El profesor tiene que producir sus propios escritos y dárselos a conocer al estudiante para que ellos comiencen a ver cómo analiza el profesor, cómo piensa. 




El conocimiento no se transmite. El conocimiento, tiene que producirlo él. 






Norman Estupiñan Quiñones, señala que una cosa es el conocimiento y otra cosa es el saber. Erudición. Mi mamá era analfabeta y sabía bastante. El conocimiento es una confusión que hacen los seres humanos. 








Una de las características de los buenos docentes es la sensibilidad humana, vibrar con la vibraciones del otro. 



No basta con tener un profundo conocimiento de la ciencia o materia que imparte, ni una formación pedagógica, preparación teórica en pedagogía, psicología o didáctica, se requiere ante todo voluntad, ganas y deseo, afirma el profesor Norman Estupiñán Quiñones.

Publicado por JENNY ROCIO SALINAS ATUESTA